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Autor: Alonso Que Heber T

Fragmento

Nadie ha ascendido tan rápido al poder como Napoleón Bonaparte (1769-1821); para muchos era más que un general: era un genio. Pero no todos estaban impresionados, había generales prusianos que pensaban que era un afortunado; entre estos estaba Friedrich Ludwig, príncipe de Hohenlohe-Ingelfingen (1746-1818), dueño de un ilustre expediente militar, bajo las órdenes del propio Federico el Grande (1712-1786), el hombre que por sí solo había hecho de Prusia una gran potencia. Siempre había querido luchar contra Napoleón, y en agosto de 1806 el rey Federico Guillermo III de Prusia decidió declarar la guerra a Napoleón, por lo que Friedrich presentó un plan que asestaría un golpe devastador a los franceses. Sin embargo, el ejército de Napoleón marchaba con mochilas a la espalda, se movían con pasmosa celeridad y agilidad, mientras los prusianos usaban lentos carretones, perdiendo toda ventaja. El 14 de octubre, Napoleón alcanzó a Friedrich cerca de la ciudad de Jena; mientras este mantenía a su tropa en un estricto orden, los franceses eran verdaderos demonios por todos lados, y en cuestión de días no quedó prácticamente nada del antes poderoso ejercito prusiano. Esto es un ejemplo histórico interesante de la realidad que enfrentaban los prusianos: se habían atrasado 50 años, y en lugar de responder a las circunstancias presentes repetían las fórmulas del pasado. Lo que alguna vez nos funcionó se vuelve doctrina, una barrera para protegernos de la realidad. Nos vence la costumbre, y la repetición reemplaza a la creatividad.

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2018-12-19   |   519 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 17 Núm.3. Julio-Septiembre 2018 Pags. 164-165 An Radiol Mex 2018; 17(3)