Veinticinco años de investigación cualitativa en salud mental y adicciones con poblaciones ocultas.

Primera parte 

Autores: Romero Mendoza Martha Patricia, Rodríguez Ruiz Eva María, Durand Smith Ana, Aguilera Guzmán Rosa María

Resumen

El quehacer científico no es neutro. La existencia de diversos paradigmas y, en consecuencia, de distintas aproximaciones metodológicas para investigar la realidad social, es prueba de ello. El par cuantitativo-cualitativo es, de acuerdo con Ibáñez (1994), el más debatido. No sólo son diferentes por el tipo de técnica utilizada, sino que la diferencia primordial radica en los supuestos a que responde cada uno de ellos. De acuerdo con Guba y Lincoln (1994), los paradigmas se pueden ver como un conjunto de creencias básicas relacionadas con principios últimos. Representan una visión del mundo que define, para quien los detenta, la naturaleza del “mundo”, el lugar que ocupan los individuos en él y el abanico de posibles con ese mundo y sus partes. Cada paradigma responde a tres preguntas estrechamente interrelacionadas: 1. Una definición respecto de la forma y la naturaleza de la realidad; 2. Una definición respecto al tipo de relación que se establece entre el científico que conoce y la realidad que conoce, y 3. Una definición respecto a los métodos específicos con que se puede conocer esa realidad. De acuerdo a Castro (1996), al enfoque cualitativo le interesa ante todo observar, escuchar y comprender, por lo que el nivel de realidad que debe ser conocido es subjetivo. Así, los actores son los que crean el orden social mediante la interacción y no a la inversa; favorece la comprensión más que la explicación; y los sujetos y las situaciones de estudio se deben abordar en el plano de un microanálisis. Por ello, la perspectiva interpretativa se utiliza para desarrollar el conocimiento en forma inductiva y se asume que los significados obtenidos son diversos. Este enfoque descriptivo, analítico y exploratorio es una inmejorable estrategia de aproximación para estudiar las denominadas poblaciones ocultas. Sin embargo, intentar definir una población oculta nos lleva a una serie de preguntas complejas. Si la principal característica de este tipo de poblaciones es que está oculta, ¿cómo puede estarse seguro de que existen? Si existen, ¿cómo y por qué permanecen ocultas? Una vez que se han descrito, ¿podemos seguir hablando de poblaciones ocultas? ¿Cómo es que dichas poblaciones "ausentes" generaron tal interés? Poblaciones ocultas: Las poblaciones ocultas tienen dos características: primero, como no existe un marco muestral de ellas, se desconocen el tamaño y los límites de la población; en segundo lugar, entre ellas existe una fuerte preocupación por la privacidad debido a que algunos de sus miembros pueden haber incurrido en conductas ilegales o estigmatizadas, lo que lleva a los individuos a negarse a cooperar o a dar respuestas no confiables para protegerse. Los métodos tradicionales, como las encuestas de hogares, no pueden generar muestras confiables, y son ineficientes, debido a que la mayoría de las poblaciones ocultas son raras (Heckarton, 1997). Otras definiciones de las poblaciones ocultas se centran más en las características conductuales del grupo blanco; por ejemplo, que los grupos tengan una “baja visibilidad social” y a la posibilidad de alcance. Esta última se define como la facilidad para seleccionar a sus miembros en una población especial y obtener respuestas confiables de ellos. Además de que hay que tomar en cuenta el tamaño del subgrupo en contraste con la población más amplia (Watters y Biernacki, 1989). Hay que destacar la diferencia entre poblaciones vulnerables y poblaciones ocultas. Según su definición, las poblaciones vulnerables están en un mayor riesgo de padecer ciertos trastornos. Pensamos, sin embargo, que el riesgo es relativo puesto que, de acuerdo con el punto del ciclo vital en que se encuentre la persona, será más o menos vulnerable. Así, socialmente, se reconoce como vulnerables a los niños, ancianos y discapacitados, pues de todos ellos sí se cuenta con un registro, un censo y se conocen sus necesidades. En cambio, en un sentido eufemístico, las poblaciones ocultas son aquéllas en desventaja o privadas de sus derechos civiles: las personas sin hogar y los migrantes; los enfermos crónicos; los que han sido expulsados de escuelas; los criminales; las prostitutas; en algunas sociedades, los que tienen una preferencia sexual diferente a la hegemónica; los delincuentes juveniles; los miembros de las bandas; los que han huido de su hogar; los niños y las niñas de la calle; otras “personas de calle” y, hasta hace algunos años, las mujeres. En suma, todos aquellos de los que de una forma u otra se conoce muy poco (Lambert y Wiebel, 1990). Irónicamente, estos grupos pertenecen a aquellos sectores de la población en mayor riesgo para gran cantidad de problemas de salud mental, pues es frecuente que se sumen, hablando simbólicamente, las desventajas; por ejemplo, ser menor infractora, pobre y lesbiana puede representar vivir en un espacio triplemente estigmatizado. El objetivo del presente trabajo es reflexionar en torno a la investigación social y los métodos cualitativos utilizados tradicionalmente para lograr un mejor conocimiento de las poblaciones ocultas, y describir someramente los temas abordados por el Instituto Nacional de Psiquiatría, así como los problemas éticos que implica dicha tarea, y los riesgos y retos que enfrentan los investigadores. Estrategias cualitativas. No toda la investigación se desarrolla en las universidades, los centros de investigación u otros centros de enseñanza. Además de la etnografía tradicional, y de la observación participante y no participante inherentes a ella, existen cuatro métodos que dominan los estudios con poblaciones ocultas: las entrevistas en profundidad y semiestructuradas; el muestreo por bola de nieve y otras forma de referencia en cadena; el muestreo con informantes clave y el muestreo blanco. Algunos investigadores incluyen la utilización de grupos focales y grupos de discusión. La etnografía y los centros de investigación etnográfica. Es un método de investigación social en que el investigador participa, de manera abierta o encubierta, de la vida cotidiana de las personas, durante un tiempo relativamente extenso, observando lo que pasa, escuchando lo que se dice y preguntando: es decir, recogiendo todo tipo de datos disponibles para arrojar luz sobre los temas que se ha elegido estudiar (Hammersley y Atkinson, 1994). Existe desacuerdo en si la característica distintiva de la etnografía es el registro del conocimiento cultural (Spradley, 1980), la investigación detallada de patrones de interacción social (Gumperz, 1981) o el análisis holístico de las sociedades. En ocasiones, se le considera esencialmente como descriptiva y en otras como una forma de registrar narrativas orales. Sin embargo, sólo ocasionalmente se nombra su característica más importante: el desarrollo y la verificación de teorías sociales (Denzin, 1994). Es la forma más básica de investigación social. La escuela de Chicago, que seguía esta tradición, solicitaba a sus practicantes que comprendieran el mundo empírico buscando las “perspectivas de los miembros”, observando al grupo humano en forma natural y permaneciendo in situ (Adler, 1990). Esta escuela recomendaba permanecer al margen a fin de ganar objetividad. Sin embargo, conforme se desarrollaron nuevos paradigmas epistemológicos, se observó que la fuerza del trabajo de campo radicaba justamente en su carácter de enfoque subjetivo, que permitía que los investigadores se dieran cuenta de que no existe aquello de no influir el lugar de investigación. Por el contrario, al estar suficientemente cerca del fenómeno, los sentimientos y las intuiciones de los investigadores son una fuente de conocimiento. Conforme avanzan los proyectos etnográficos, el investigador debe de contar con informantes clave. Un informante clave es una persona de confianza y respetada por los miembros de la población en estudio. Puede haber padecido o padecer aún el problema de salud en cuestión. Estos individuos participan como guías del área geográfica, muestran al equipo de investigación los principales lugares de interés, allanan el acceso a segmentos específicos de la población y explican a los miembros del equipo las peculiaridades de los sucesos y las características de la cultura observada. La participación de informantes clave amplía los contactos de las redes sociales y aumenta la credibilidad y la legitimidad en las calles. Asimismo, facilita el reclutamiento de los sujetos que se entrevistará en profundidad (Goldstein, Spunt, Miller, Bellucci, 1990). Entrevistas en profundidad/semi-estructuradas. La entrevista cualitativa es una narración en forma de diálogo que crean conjuntamente el entrevistador y el entrevistado; incorpora un conjunto interrelacionado de estructuras que la definen como objeto de estudio. Es una narrativa, un relato de historias diversas que refuerzan un orden de la vida, del pensamiento, de las posiciones sociales, de las pertenencias, que nos acerca a la vida de otros, sus creencias, su filosofía personal, sus sentimientos y sus miedos. Como la entrevista en profundidad es de carácter holístico, el objeto de investigación está constituido por la vida, las experiencias, las ideas, los valores y la estructura simbólica del entrevistado. En la entrevista semi-estructurada se determina de antemano un tema o foco de interés, hacia el que se orienta la conversación y mediante el cual se ha seleccionado a la persona objeto de la entrevista. Método de muestreo de bola de nieve. El muestreo puede definirse como una técnica de investigación en que el primer sujeto que se contacta da al investigador el nombre de otro sujeto, que a su vez proporciona el nombre de un tercero, y así sucesivamente. Esta estrategia puede verse como una respuesta para resolver los problemas asociados con el muestreo de poblaciones aisladas o delictivas. También puede colocarse dentro del grupo de las metodologías de vínculo, las cuales buscan sacar ventaja de las redes sociales de los entrevistados a fin de brindar al investigador un conjunto de contactos potencialmente expandible. Este proceso se basa en el supuesto de que “el vínculo” existe entre los sujetos iniciales y la población blanco, hasta formar un círculo o mapa de la red en su conjunto. El muestreo blanco. Es un método empleado como respuesta a las deficiencias de los modelos de referencia en cadena. Sigue dos etapas básicas: primero, los investigadores de campo mapean la población blanco (en la medida en que hayan logrado penetrar las redes de apoyo sociales que los liguen con participantes potencia-les); y en segundo lugar, eligen un número preespecificado de sujetos en los sitios identificados en el mapeo etnográfico, asegurando que los sujetos de las diferentes áreas y los subgrupos aparezcan en la muestra final. Lo adecuado del modelo dependerá de la precisión y del alcance del mapeo etnográfico. Por lo mismo, el muestreo es siempre limitado. Grupos focales. Se define el conjunto de personas reunidas para interactuar en una entrevista grupal, semiestructurada y focalizada sobre una temática particular compartida por todos. Al utilizar este enfoque, los investigadores intentan conocer, mediante la discusión, los procesos psicológicos y las características culturales, conscientes, semiconscientes e inconscientes, de sujetos que pueden considerarse representantes de su cultura o de un problema específico. En el artículo se describen investigaciones relacionadas con las adicciones, las mujeres, los niños de la calle, los migrantes, las bandas, las prostitutas y otros grupos marginales mexicanos.

Palabras clave: Investigación cualitativa poblaciones ocultas adicciones salud mental.

2004-07-02   |   1,983 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 26 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2003 Pags. 76-83 Salud Ment 2003; 26(6)