Fármacos antiepilépticos sintetizados en México

Autores: Martínez de Muñoz Dalila, Pacheco Carrasco Mauro Francisco

Fragmento

En nuestro país como a nivel mundial, la epilepsia tiene una prevalencia del 1 al 2%; por lo tanto, es un problema de salud de repercusiones graves, tanto sociales como económicas. Aunque existe una docena de antiepilépticos, por la complejidad de la etiología y de las manifestaciones clínicas de la epilepsia se presentan problemas como: inespecificidad, inefectividad de tratamientos prolongados y efectos colaterales. Por ello es evidente la necesidad de desarrollar fármacos antiepilépticos más efectivos y más seguros que los disponibles actualmente para la terapia humana. En 1962, la Escuela nacional de Ciencias Biológicas, del IPN, el doctor Guillermo Carvajal diseño y sintetizó un grupo compuesto cíclicos, de los cuales la 4-hidroxi, 4-etil, 4-fenil buitramida (HEPB) mostró tener una acción anticonvulsionante y un potencial terapéutico alentador, de acuerdo a los resultados de investigaciones experimentales: fisiológicas, farmacológicas y conductuales. Con el objetivo de obtener anticonvulsionantes más potentes y menos tóxicos, en 1985 el doctor Carvajal sintetizó dos homólogos inferiores de la HEPB, la propionamida (HEPP) y la acetamida (HEPA). Debido a que la HEPB había sido estudiada durante 25 años por varios grupos aislados con enfoques muy particulares, se consideró la conveniencia de caracterizar integralmente la segunda generación de anticonvulsionantes, lo que requería la participación de numerosos especialistas. En 1987 se integró el Programa Interinstitucional para el estudio de Fármacos Anticonvulsionantes Sintetizados de México (PIMEFASM) apoyado inicialmente por la Dirección General de investigación Científica y Superación Académica de la SEP a través del Programa Interinstitucional de Descentralización de la Investigación y la Formación de Recursos Humanos en las Neurociencias.

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2004-08-10   |   2,361 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 1 Núm.2. Abril-Junio 1996 Pags. 58 Arch Neurocien Mex 1996; 1(2)