Editorial

Autor: Grego Samra Elías

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Buscando y rebuscando un tema importante de actualidad para compartir con los lectores, encontré por casualidad uno que no sólo es de actualidad sino que también repercute de gran manera en la forma de ser y actuar del gremio odontológico. Sin más ni menos se trata de las cancelaciones de último momento de nuestros pacientes. A todos nos ha llegado la hora de ser pacientes y esperar a que aparezcan las personas que fueron programadas para ocupar un espacio y un tiempo en el consultorio. Son ahora más comunes las llamadas de última hora (si acaso) o no aparecen los pacientes con alguno de los pretextos como que se inundó la colonia, hay mucho tráfico, se enfermó la niña(o), tuve una junta muy importante o "se me olvidó" y no pude asistir a la cita con el dentista. No cabe duda que los tiempos en que los pacientes llegaban sin cita y "pacientemente" esperaban a ser atendidos ya pasaron. La oferta del servicio odontológico es hoy muy elevada ya que en ciudades como el Distrito Federal y zona conurbada existen aproximadamente un dentista por cada 500 habitantes (datos de INEGI) (se puede decir que casi hay más dentistas que policías) y esto no es la consecuencia de tantas escuelas sino de una falta de programación gremial y gubernamental que pueda decir: "necesitamos X cantidad de dentistas" y cada escuela tendrá su cuota. Según la OMS debería de haber una razón de 1:1,150 y un especialista por cada 10 dentistas. Hay que hacer notar un hecho que es poco conocido y se le denomina la "eficiencia terminal", que traducida al castellano responde a la pregunta ¿Cuántos están ejerciendo la profesión después de ocho años de haber egresado, tomando en cuenta el ingreso de la carrera? El panorama, con todo y todo, es muy triste ya que un buen número de los que ingresan desertan en los primeros semestres debido a la competencia y grado de dificultad propios de las disciplinas, además que no tienen fuerza ni habilidad. Los más graves son aquellos que terminan la carrera para enfrentarse a la cruda realidad de lo que cuesta instalar un consultorio y que no es garantía de que habrá trabajo abundante, por lo general se empieza con la familia y los amigos a los que casi no se les cobra. Son muchas las cosas que se requieren para tener trabajo y la competencia es cada vez mayor. Así las cosas solamente se puede vislumbrar la "heredabilidad" de los consultorios a los hijos como pasa en otros países ya que el pastel está repartido y no será fácil quitárselo a aquellos que empezaron mucho tiempo atrás. Una reflexión al respecto de todo lo anterior está en que, aunque existe una sobre- oferta de servicios, la población no está mejor, es decir, las enfermedades como caries y periodontopatías no son menos y tal vez vayan en aumento ¿a qué se deberá? El odontólogo se queja por falta de trabajo y falla en el diagnóstico de las enfermedades básicas. Si los dentistas tuviésemos que dejar de ejercer porque ya acabamos con la caries o enfermedad periodontal estaría mejor a que fuera por "mala suerte" o mala administración. Aunque no todo es inherente al odontólogo, en gran parte la situación se ve empeorada por la recesión en que vivimos y simplemente las cancelaciones se deben a que no hay dinero para cubrir los magros honorarios que se cobran por los tratamientos e intervenciones (cuesta más pintarse el pelo en un salón de belleza que una profilaxis en muchos consultorios). Una hora sin trabajo es una hora sin dinero y los gastos hay que prorratearlos entre menos gente, así, son menos los que tienen que pagar más y son más los que no tienen para cubrir los "honorarios" del dentista. Sólo nos queda esperar pacientemente a que el orden económico internacional se ordene y funcione ya sin los altibajos que le han caracterizado desde principios del siglo XX y la economía de los individuos mejore y lo haga también junto con la calidad de vida. Dr. Elías Grego Samra Editor

Palabras clave: Pacientes dentista servicio odontológico.

2003-08-13   |   842 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 60 Núm.4. Julio-Agosto 2003 Pags. 126. Rev ADM 2003; LX(4)