Fragmento

Al director: El mieloma múltiple constituye el 1% de todos los cánceres humanos y el 10% de las hemopatías malignas; su tratamiento es complejo, y si bien la utilización de quimioterapias a altas dosis y de trasplante de células hematopoyéticas ha mejorado el pronóstico, la enfermedad permanece incurable y eventualmente todos los pacientes recaen. Otras opciones de terapia de salvamento son muy limitadas en este grupo de pacientes, lo que ha estimulado la investigación de nuevas drogas y estrategias terapéuticas.1 La talidomida ha emergido como un agente efectivo en el tratamiento del mieloma múltiple. Se introdujo como sedante en 1953 y fue comercializada en más de 40 países; desafortunadamente su efecto teratogénico no fue descubierto hasta 1961. Alrededor de 10 000 niños se afectaron en el mundo, por lo que la droga fue retirada del mercado en 1962.2 A mediados de la década de los 60 se reintrodujo en la práctica clínica y se demostró su efectividad en el tratamiento del eritema nudoso de la lepra,3 y en los últimos 10 años ha sido eficaz en el tratamiento de enfermedades como la sarcoidosis, la úlcera aftosa del SIDA y de la enfermedad de Behcet, en la enfermedad de injerto contra huésped crónica y en hemopatías como las leucemias agudas y síndromes mielodisplásicos.2 A pesar de haber sido ensayada en varias enfermedades malignas, el primer reporte de su actividad antineoplásica se relacionó con pacientes con mieloma múltiple,4 lo que ha sido confirmado por diferentes estudios, con un rango de respuesta que oscila desde el 25 hasta el 75%.2

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2004-01-15   |   978 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 18 Núm.3. Septiembre-Diciembre 2002 Pags. . Rev Cubana Hematol Inmunol Hemoter 2002; 18(3)