El día del médico

Autor: Roldán Valencia Ismael

Fragmento

Este paréntesis que hoy estamos haciendo y que rompe, al menos de manera formal, la actividad diaria de nuestro oficio, debe resultarnos útil para alimentar con afecto los sueños y los propósitos. La tozudez de los hechos que ocurren a diario en el país, nos hace desviar la atención de nuestro fuero interno profesional. La intimidad del ciudadano colombiano se siente a cada instante violada. Pareciera que el derecho a anhelar, hubiera dejado de existir. Permanentemente tenemos que estar aplazando el plan particular, aquello que nos dignifica como individuos, por cuanto lo que le sucede a la sociedad siempre es más grave y debemos deponer los intereses privados y resignar por ser simples espectadores de la dura realidad. Cuando de dice que hay que investigar y seguir estudiando para ensanchar las fronteras del conocimiento y, por supuesto derivado de aquello, asegurar mejores servicios, de inmediato se nos aparece el espectro de la mala situación hospitalaria, de las carencias, de los obstáculos. Cómo pensar en dedicar tiempo al trabajo de exploración científica si las puertas de los servicios de salud están atiborradas de pacientes desesperanzados. Inútil solicitar colaboración para adquirir tecnología si los dispensarios adolecen de la falta, casi absoluta, de los implementos básicos para cumplir con la rutina. Cuando proponemos renovar los derechos del paciente, las cifras nos atropellan y demuestran con cinismo que en Colombia hay que luchar primero por vivir, y que del derecho a enfermar y ser curado, ya hablaremos. Fíjense ustedes, apreciados colegas, qué poco a nada queda ya para los profesionales de la salud y los médicos, sus gestores, reflexionemos reposadamente acerca de la moral que a todos nos asisten y de los principios filosóficos que orientan el quehacer que justifica nuestra existencia cotidiana.

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2004-01-22   |   3,585 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 5 Núm.1. Abril 1990 Pags. 1. Rev Colomb Cir 1990; 5(1)