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Los médicos somos herederos de una distinguida tradición y nuestros viejos valores hoy son demandados con urgencia por una sociedad acosada por un sinnúmero de problemas y conflictos. Hoy por hoy, nos vemos obligados a enfrentar un caos financiero que ocasiona desabasto hasta un grado tal que la sociedad y el gobierno ya no pueden sufragar los costos de la atención médica, sin embargo, se nos exige atender a un mayor número de pacientes con menores recursos. Además de lo anterior, estamos sujetos día con día a profundas presiones tanto éticas, como de posibilidad de demandas por responsabilidad profesional, tratando de emular a los países en donde las ilusiones de cada individuo es volverse rico tras ganarle una demanda legal a un médico, pero no podemos negar que somos aún un país del tercer mundo y en la práctica, nos es imposible protegernos solicitando cualquier cantidad de estudios de laboratorio y gabinete para así justificar nuestros diagnósticos y tratamientos. Estamos a tiempo de evitar que nuestra distinguida tradición y nuestros viejos valores sean lesionados irreparablemente. Es por ello que debemos pensar en actualizarnos con los más altos niveles asequibles en nuestro país y como serían los programas de Actualización Médica Continua y Acreditación de la Práctica Médica de la Academia Nacional de Medicina (aunque a algunos les ha parecido imprácticos por su costo y duración) o bien, la Universidad de Guanajuato a través de su Facultad de Medicina de León podría estructurar en cada programas de educación médica continua (como ya se llevan a cabo en Celaya y Salamanca) de tal manera que sólo no se actualice aquel que no quiera hacerlo, pero bajo su responsabilidad. Somos ya maduros asistencial y docentemente, demos pues paso a la obligación, que el legendario Hipócrates nos proclama y la Patria nos reclama y lancémonos en forma científica y honesta al ejercicio de nuestra práctica médica y comprobar que nuestras neuronas son iguales en calidad y cantidad a otras, de los que admiramos en diferentes latitudes, preservando además el respeto y credibilidad hacia la profesión médica recordando las palabras de Gabriela Mistral “Existe la alegría de ser sano y la de ser justo, pero hay sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir”. Dr. José Roberto Manzano García

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2004-04-27   |   610 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 3 Núm.3. Mayo-Junio 1997 Pags. 2 Calimed 1997; 3(3)