Una mirada en el espejo

Autor: Arteaga Pallares Carlos

Completo

Carlos Arteaga Pallares Director Revista Colombiana de Psiquiatría En suma, somos un mecanismo compuesto -físico, mental, espiritual hábilmente armado, imprevisible, inestable, espléndidamente dotado, incapaz por ahora de captar el sentido de nuestra propia existencia. Charles Knight Si fuera objeto, sería objetivo; como soy sujeto, soy subjetivo José Bergamín Es evidente que la Psiquiatría ha avanzado, durante las últimas décadas, en múltiples y variados asuntos: la comprensión de algunos aspectos del funcionamiento cerebral; la ampliación, estructuración y universalización de los sistemas de clasificación nosológica; la investigación epidemiológica básica de algunos trastornos mentales; el desarrollo de moléculas farmacológicas; la generación y competencia de equipos interdisciplinarios; la eficacia de algunas técnicas de intervención psicoterapéutica, por citar algunos ejemplos interesantes de rescatar. Todas estas cuestiones obedecen, a su vez, a desarrollos en diferentes áreas del conocimiento: neurociencias; propuestas taxonómicas; creación y validación de instrumentos de medición; biologia molecular; condiciones socioeconómicas y fuerzas de producción; desarrollo de modelos del comportamiento; y otros aportes de la más variopinta procedencia, que en aras de la eficiencia, tan estimada por estos días, nos los vamos apropiando, con el ánimo de exhibir una imagen de "cientificidad"... son los albores del siglo XXI. El por qué de esta posición es fácilmente entendible, teniendo en cuenta la fetichización que la cultura Occidental ha hecho de la Ciencia y del método positivo. En efecto, la cuantificación, la mensurabilidad y la matematización consagraron, y en cierto modo divinizaron este método, llegando a creer que la verdad es lograda y casi manufacturada más por el método que por el hombre. ¿Y, quién con pretensiones de conocimiento, en estas condiciones, estaría en disposición de asumir una actitud herética y declararse al margen de la Ciencia? Sin embargo y a pesar de esta idolatria, es importante recordar que fue el retiro de la mathesis y no el avance de las matemáticas lo que le permitió convertir al Hombre como objeto del saber. Pero esta "cientificidad", en nuestra actividad, es tan sólo apariencia. Es el producto de una sensación de continuidad, de pertenencia, que se logra merced a la yuxtaposición y ordenación de diversas categorías dentro de un mismo espacio, a la manera de un mosaico. Esta posición desplazada al nivel de las ideas y de los temas otorga, sin duda alguna, un efecto de coherencia, pero al precio de una marcada superficialidad. Postura "tranquilizante" pero inobjetiva, que debería ser revisada y remplazada por una seria y profunda reflexión epistemológica, la cual, por un lado, devele las falacias de esta actitud, y, por otro lado, establezca el proyecto hacia un estatuto que valide mínimamente los distintos niveles del saber que conforman el corpus teórico y práctico de nuestra especialidad. La Psiquiatría es un arte y un oficio de reciente aparición en el escenario del conocimiento. A su juventud se debe su fluctuación constante entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, tratando de encontrar una ubicación en el amplio y escasamente delimitado ámbito del saber del Hombre. Al no poseer un estatuto propio, vagamos de un extremo al otro en búsqueda de una "verdad" en la cual apoyamos y que con frecuencia aceptamos a la manera de un dogma sin reflexión, ni contrastación. y que nos comenta Foucault al respecto: "El campo epistemológico que recorren las ciencias humanas no ha sido prescrito de antemano: ninguna filosofía, ninguna opción política o moral, ninguna ciencia empírica, ninguna observación del cuerpo humano, ningún análisis de la sensación, de la imaginación o de las pasiones ha encontrado jamás, en los siglos XVII y XVIII, algo así como el hombre, pues el hombre no existía (como tampoco la vida, el lenguaje o el trabajo),- y las ciencias humanas no aparecieron hasta que, baja el efecto de algún racionalismo presionante, de algún problema científico no resuelto, de algún interés práctico, se decidió hacer pasar al hombre al lado de los objetos científicos -en cuyo número no se ha probado aun de manera absoluta que pueda incluíersele, aparecieron el día en que el hombre se constituyó a la vez como aquella que hay pensar y aquello que hay que saber". Tentativamente, y a la manera de un punto de partida, propongo a la Psiquiatría como un conjunto de discursos, situados en una encrucijada entre lo médico y lo psicológico, entre lo organísmico y el sujeto-de-relación, entre bios y motivación, entre cerebro y mente. Su objeto de estudio es el Hombre, en tanto y cuanto ser empírico-trascendental. Por esta condición cualquier intento de aproximación nos impone una doble conceptualización: desde lo biológico y desde lo simbólico. Singular situación que nos obliga a pensar en las posibilidades de conciliación de dos modelos, que se suponen históricamente, en cierta medida, opuestos e irreconciliables. El estudio de lo trascendente no permite la aplicación biunívoca del mismo método que para la investigación de realidades empíricas. Nos encontramos frente a un objeto de estudio que acepta y exige una aproximación cualitativa y cuantitativa. Cuando un ente físico posee significado en una estructura, no sólo "es", sino que además "deviene", origina y manifiesta algo distinto. Emerge una realidad que no es estática, sino procesal, algo que necesita ser comprendido e interpretado, algo que, es conducta sionificativa y por lo tanto intimamente ligado a las nociones de motivo y propósito. Por fortuna, las epistemologías contemporáneas han renunciado a la premisa de la plena "objetividad". Hay evidencia suficiente para aceptar que es más fructífero plantear la posibilidad del conocimiento como grados de certidumbre, que desgastarse innecesariamente en la búsqueda de una verdad absoluta. Ni la dimensión biológica, ni la dimensión simbólica podrán aspirar a un conocimiento plenamente objetivo. En el estado actual de desarrollo de nuestros conocimientos, tanto la disminución de la serotonina intersináptica, como la sombra del superyo recayendo sobre el yo, son hipótesis desde diferentes vertientes del saber, igualmente "razonables" para intervenir o entender la depresión, sin que ninguna de ellas la explique. La selección del tipo de modelo, con el cual intentamos aproximamos al conocimiento, dependerá de aquel que más se ajuste a aquello que intentamos y que sea nuevamente Foucault, con sus magistrales argumentos y disertaciones, quien explicíte este planteamiento: "el ser humano responde, se adapta, evoluciona, se somete a las exigencias del medio, compone con las modificaciones que impone, trata de borrar los desequilibrios, actúa según regularidades y tiene, en suma, las condiciones de existencia y la posibilidad de encontrar normas medias de ajuste que le permiten ejercer sus funciones... aparece como un ser que tiene necesidades y deseos, que trata de satisfacerlos teniendo intereses... oponiéndose a otros hombres... en una irreductible situación de conflicto; esquiva estos conflictos, huye de ellos o logra dominarlos, encontrar una solución que calme... la contradicción; instaura un conjunto de reglas que son, a la vez, limitaciones y vueltas del conflicto... (desde la dimensión) del lenguaje, sus conductas aparecen como queriendo decir algo; sus menores gestos, hasta sus mecanismos involuntarios y sus fracasos, tienen un sentido; y todo aquello que coloca en tomo a él hecho de objetos, ritos, hábitos, discursos, todo el surco de huellas que deja tras de sí constituye un conjunto coherente y un sistema de signos". Se trataba y se trata de una invitación para hacerlo de manera concienzuda, reflexiva y, por sobretodo, compartida. Los problemas planteados continúan tan vigentes ahora como entonces, con cambios de matices, en mayor o menos grado, pero idénticos en su condición esencial. Este propósito exige el estudio de por lo menos cinco aspectos fundamentales y entrelazados en su estructuración: el paradigma por el cual se rige, su objeto de estudio, el método que se emplea para su abordaje, la condición de imbricación de la relación sujeto-objeto en las ciencias humanas y la dimensión conceptual del Hombre sobre la cual se fundamenta. Cualquiera de ellos, más temprano que tarde nos llevará a discurrir sobre los otros. El Hombre como objeto del saber se revela a ser reducido a una única e irrefutable dimensión del conocimiento. El camino, aun suficientemente inexplorado, que podría llevarnos a terrenos muy fecundos es su conceptualización desde distintas visiones interrelacionadas que contemplen, por una parte, su estructura y su función (lo biológico), y por otra parte, su conjunto de funciones y normas (lo psicológico), de conflictos y de reglas (lo sociológico) y de significados y sistemas de signos (lo filológico). Tres perspectivas de abordaje que cubren, en un sentido amplio, el universo de lo cultural, insoslayable cuando se intenta una aproximación al conocimiento del ser humano. conocer. Los perjuicios se descubren por contraste. ¿Cómo podemos analizar los términos en que habitualmente expresamos nuestras más simples observaciones y revelar sus presupuestos? La respuesta es que requerimos asumir una posición de autocrítica, de cierto distanciamiento, un nuevo y alterno grupo de supuestos, un "mundo" diferente de aproximaciones. Las revoluciones científicas se han realizado sobre la base de cambios de paradigma y el uso de una metodología pluralista. Hace una década afirmaba que la cuestión de dónde ubicar la Psiquiatría en el marco general y particular del conocimiento era un problema epistemológico de capital importancia práctica, que requería abordarse y debatirse a su interior, teniendo en cuenta las consecuencias individuales, sociales e históricas de la postura que se asumiera en el proceso de tal demarcación.

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2004-09-03   |   1,368 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 27 Núm.2. Junio 1998 Pags. Rev Col Psiqui 1998; XXVII(2)