La formación ética del humano y del cirujano, una historia compartida

Autor: Aguirre Gas Héctor G.

Fragmento

A través de las diferentes etapas del desarrollo, las expectativas que el humano tiene en su proceso de maduración, muestran cambios por demás importantes. En orden cronológico aparecen: Primera expectativa: "tener". Los niños cuando son pequeños, pretenden tener la mayor cantidad posible de juguetes, dulces, etc., a su alcance. Cuando se llega a la adultez, inicialmente se pretende sufragar los gastos familiares, después un mejor nivel de vida y más adelante las comodidades a las que en forma lícita se tiene derecho. Sin embargo, esta expectativa puede convertirse más en un fin que en un medio de subsistencia, dedicándose por encima de todo, a obtener ganancias y a acumular posesiones. Llega un momento en que tenerlo todo no satisface, entonces se cambia el rumbo hacia una segunda expectativa. Segunda expectativa: "poder" En la adolescencia, los muchachos con frecuencia buscan el liderazgo de su grupo de estudio, del equipo de deportes o de la "palomilla de la colonia". En la edad adulta se busca el ascenso en el trabajo, que lleve a una posición de jefe, a la presidencia de una asociación o el liderazgo de un grupo social. Sin embargo, esta segunda expectativa también se llega a distorsionar y a utilizar el poder en beneficio propio. En la medida en que se alcanza la madurez, independientemente de la edad que se tenga, se advierte que el poder tampoco es un valor que satisfaga plenamente las expectativas de un ser humano y se evoluciona hacia una tercera opción.

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2002-12-14   |   923 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 70 Núm.2. Marzo-Abril 2002 Pags. 75-76 Cir Ciruj 2002; 70(2)