La muerte de la tía Avelina

Autor: Gómez Leal Alvaro

Fragmento

En esta historia figura un médico que, al haber llegado a la mitad del camino de su vida, creyó estar satisfecho del orden que imperaba en ella. Hijo único de una familia rica, creía haber escogido libremente su profesión y la ejercía sin tener necesidad económica, lo que a su juicio resultaba una situación ideal; sólo atendía enfermos privados, de paga directa, pues sabía que ésa era la única forma de establecer una relación adecuada con los pacientes. Aunque sólo atendía adultos, su ejercicio profesional abarcaba casi toda la medicina, porque consideraba al enfermo como un conjunto psicobiológico social: un cuerpo y una mente inseparables en estrecha asociación con los otros cuerpos y mentes que lo rodean. Sólo trabajaba ocho horas, ya que, según le parecía, la división natural de la jornada señala con claridad tres turnos iguales de esa duración; los otros dos los destinaba, uno a dormir, y el otro a actividades diversas, como comida, conversación, lectura, música.

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2005-06-07   |   1,171 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 7 Núm.26. Enero-Marzo 2005 Pags. 45-48 Med Univer 2005; 7(26)