Fragmento

Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet, caballero de Lamarck (1744-1829), propuso en 1801 su versión sobre la evolución biológica, y sobre la cual Charles Darwin en 1859 propuso la teoría, que con variantes se preserva a la fecha; sin embargo, la teoría de la evolución del hombre, se hallaba en sus inicios “libre de fósiles”. En 1871 los cráneos de Neandertal y de Gibraltar fueron los únicos restos fósiles conocidos; ahora sabemos por estudios de DNA que no se trata de ancestros del hombre actual, sino de variantes. Darwin postuló la adaptación del hombre con base en el uso de las manos, la construcción de herramientas y el carácter social. La selección natural sería producto de cooperación intragrupo y competencia entre grupos tribales. Se ha llegado al extremo de postular que la evolución del hombre, especialmente del cerebro humano ha sido un proceso privilegiado, al margen de los mecanismos habitualmente aceptados; el cerebro humano ha sido producto de una serie muy rápida de mutaciones que sesgó la selección natural, por procesos de conducta social. No obstante, a lo largo de su historia evolutiva, las poblaciones humanas se han expuesto a múltiples presiones de selección natural. Algunas diferencias o algunas características del éxito reproductivo, variaciones en la eficacia metabólica, resistencia natural a patógenos, incluso preferencias de compañeros potenciales. Nuestros genes llevan las cicatrices de esta presión; hay señales de que la selección natural ha estado actuando bajo la forma de modelos de diversidad. Cuando por presiones selectivas se fijan ciertas variantes tiende a reducirse la diversidad; si la selección está balanceada aumenta la diversidad.

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2006-07-24   |   712 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 6 Núm.2. Julio-Diciembre 2005 Pags. 61-63 Rev Cienc Clín 2005; 6(2)