Autor: Reyes Gómez Ulises
Casi todo el mundo reconoce y acepta, para que el acto médico rinda los frutos esperados de curar algunas veces, mejorar o aliviar otras, tranquilizar o consolar siempre, es absolutamente indispensable que se establezca lo que técnica y sintéticamente se ha denominado una “buena relación médico-pacientes”, pero que en la práctica significa nada menos que el ejercicio de la medicina como auténtico arte. Toda persona, cualquiera que sea su posición socio-económica o cultural merece a nuestra máxima atención, buen trato y consideración. El paciente espera del médico una actitud amistosa y simpática. La sonrisa es un desafío muy sutil: hay que responderla cuando el interlocutor la inicia: no hacerlo deteriora de entrada la relación médico-paciente. Tomar la iniciativa frente a un paciente indiferente o notoriamente serio, abre casi siempre las puestas a la primera impresión agradable que causa un médico seguro y confiado, pero cálido y amistoso dotado de encanto y de buen humor que demuestra interés y preocupación por el paciente que inspira confianza y es auténtico, la competencia sin simpatía es tan mala como el encanto sin habilidad el carisma no se aprende y quienes lo poseen deben ser concientes de ello y saber administrarlo.
Palabras clave: médico paciente relación
2006-08-30 | 6,775 visitas | 1 valoraciones
Vol. 8 Núm.2. Mayo-Agosto 2005 Pags. 3-4 Arch Invest Pediátr Méx 2005; 8(2)