Enero 11 de 1723. Aparición del primer incunable cubano

Momentos cruciales de la historia de la bibliografía médica cubana 1723-1958 

Autor: López Espinosa José Antonio

Fragmento

Una de las grandes creaciones del hombre que más ha contribuido al desarrollo de la civilización ha sido sin duda la invención de la imprenta, considerada por más de una generación como un beneficio casi divino, concedido al mundo por el ingenioso alemán Johannes Gutenberg (1400-1468). El concepto “incunable”, proveniente de la voz latina incunabula, que significa comienzo de un arte, se aplica a toda edición surgida a partir del disfrute de los beneficios del hallazgo del teutón en la segunda mitad del siglo XV, hasta principios del XVI. No obstante la limitación en el plano temporal de tal definición, procede considerar como primer incunable cubano a un documento que fue impreso en La Habana en 1723, por cuanto la introducción de la imprenta en Cuba tuvo lugar casi cuatro siglos después del revolucionario descubrimiento y de la impresión en 1457 de Salterio de Maguncia, el primer incunable de la historia, por los también alemanes Peter Schöffer (1420-1502) y Hans Fust (1410-1466). Según las referencias disponibles, entre 1663 y 1772, el médico procedente de Sevilla, España, Lázaro de Flores y Navarro (162?-1673) escribió en La Habana su libro Arte de Navegar, cuyo texto trata sobre Astronomía aplicada y contiene, entre otros aspectos de interés, la primera referencia sobre Copérnico en un trabajo redactado en Cuba. El principal objetivo de su autor al producirlo se orientó a solucionar problemas científicos relativos a Cuba, para favorecer y garantizar la navegación entre España y la isla. Es, por tanto, un documento raro y valioso, del que solo se conserva un ejemplar en el Museo de Historia de la Ciencia “Carlos J. Finlay”, con la virtud de ser el primer libro escrito en la Mayor de las Antillas, con independencia de que su autor no fue cubano y de que su impresión se hizo en España. El hecho circunstancial de haberse impreso en Madrid, pues en la época en la que se terminó de escribir no había llegado todavía la imprenta a La Habana, lo privó de ocupar el lugar de primer incunable cubano, si bien fue la primera obra científica producida en el territorio nacional.

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2007-04-24   |   1,347 visitas   |   1 valoraciones

Vol. 15 Núm.4. Abril 2007 Pags. Acimed 2007; 15(4)