Una de las misiones más grandes del hombre en la tierra es la formación de otros hombres. La formación del médico depende por una parte de los dones recibidos a través de la inteligencia y del espíritu, de su voluntad y de su esfuerzo personal para aprovechar estos dones, dado que es necesario para adquirir la ciencia y el arte de la medicina, la activa participación de los maestros por medio de las clases o lecciones, la literatura y la práctica. El papel del Maestro es fundamental pero requiere del mismo una sólida formación profesional, una eficiente competencia profesional, una aptitud y una vocación franca para la enseñanza y la tutoría. El ejemplo y la práctica son esenciales, pero al mismo tiempo el gusto y la satisfacción por aplicarlos pueden ser motivos del éxito esperado. Pero para tener éxito en la práctica profesional hay que tener en cuenta tanto de parte del profesor como del alumno la formación del médico en el campo de la ética y los valores humanos que deben orientarse sobre bases sólidas en tres campos fundamentales: la enseñanza, la asistencia y la investigación: Estas tres actividades deben estar basadas en la verdad, el bien, la justicia y el respeto. En todas ellas las relaciones humanas son fundamentales. Existen, sin embargo, seis peligros principales en la doctrina que pueden desvirtuar esta formación: el orgullo, el egoísmo, la codicia, la envidia y el desinterés. El mayor peligro lo constituye el orgullo.
Palabras clave: Formación profesional práctica profesional.
2007-10-30 | 1,504 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 72 Núm.2. Noviembre 2007 Pags. 290-292 Rev Gastroenterol Mex 2007; 72(Supl. 2)