Editorial

Autor: Becerra Pino Margarita

Completo

Recuperar la historia es también recuperar la histeria. Baste este juego de palabras para introducir los temas de: “Esta cólera nuestra de todos los siglos: la medicina de las pasiones en el final del siglo XIX”; “Histeria y ceguera en el siglo XIX mexicano”; “Epistemología de la histeria. Una visión histórica”, que son el contenido profundo y trascendente de esta edición. Si bien, el término histeria es de origen griego; estos la desconocían con el sentido que nosotros le damos. La configuración de la histeria y la consiguiente asignación de este nombre como enfermedad psíquica tuvo lugar a lo largo del siglo XIX y se pone de moda con el advenimiento del psicoanálisis; hoy día, los manuales de diagnóstico de trastornos mentales no la ubican como enfermedad. La histeria como palabra descriptiva va acompañada de histrionismo o sea, de nuestra capacidad para ponernos máscaras y como actores representar dramatizando nuestros sentimientos reprimidos. La histeria, es la historia de una humanidad dividida. El grupo humano al que pertenece cada individuo, modela a su imagen y semejanza a cada uno de sus miembros. Por lo que, el sentir entra a la vida social a través de nuestro cuerpo. Somos el reflejo de los otros. Yo soy el otro. El otro soy yo. Porque sólo me reconozco a través del otro. En una sociedad como la de los siglos XIX y XX, donde prevaleció la cosmovisión dicotómica: hombre-mujer, femenino-masculino, blanco-negro, judío-maoísta, etc.; el cuerpo recogía toda la frustración de una sexualidad no experimentada. Hemos avanzado en el conocimiento del cuerpo humano, tan es así, que el genoma ha sido descifrado. Pero aún somos analfabetas para descifrar el profundo código que rige la mente humana. Es comprensible entender por relación psicosomática la histeria y la ceguera que le acompaña en algunos casos, cuando la realidad es difícil de aceptar y por lo tanto, de “ver”. Es necesario remontarnos al conocimiento de la historia, porque al hacerlo recuperamos la información de nuestro dolor vivido como humanidad; pero no para recrearnos perversamente en ello, sino para tomar conciencia que sólo la integración mente-cuerpo nos puede llevar a estadios superiores de gozo, bienestar y de conciencia. Dra. Margarita Becerra Pino Profesora del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental, Facultad de Medicina, UNAM.

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2007-11-06   |   667 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 15 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2006 Pags. 142 Psiquis 2006; 15(6)