Esclerosis lateral amiotrófica y Medicina Narrativa

Autor: Olivares Larraguíbel Ladislao

Fragmento

Al poco tiempo de regresar del congreso de Neurología al que trato de asistir todos los años, recibí una llamada telefónica para informarme del reciente deceso del paciente con esclerosis lateral amiotrófica a quien venía viendo desde hacía meses. Tomando en cuenta la naturaleza progresiva de su enfermedad y el marcado deterioro que el propio enfermo venía presentando, la noticia no fue del todo inesperada, aunque sí lo fueron algunos detalles acerca de cómo ocurrió todo. Así, y mezclando lo trivial con lo extraordinario, el informe de la esposa me hizo saber que en determinado momento el paciente tuvo que ser llevado al Servicio de Urgencias del hospital cercano a su domicilio, en donde había sido atendido en ocasiones anteriores, por presentar esta vez síntomas respiratorios que eventualmente condujeron a su internamiento en la Unidad de Cuidados Intensivos en donde falleció tres días más tarde. La breve estancia del paciente en esta unidad fue marcada por la parsimonia de las intervenciones y la ausencia de los alardes tecnológicos que frecuentemente se despliegan en casos parecidos. Así, durante tal estancia, hubo pocas venoclisis, nada de maniobras heroicas y, sobre todo, omisión de la intubación endotraqueal para respiración asistida. Muy por el contrario, el paciente fue mantenido con pocos disturbios, recibió el tratamiento convencional para la infección respiratoria (antibióticos y el “Cough Assist”) y en su último día de vida pudo conversar con el mayor de sus hijos para después caer en un letargo progresivo (explicado por los médicos como un signo de retención de bióxido de carbono) hasta que la insuficiencia respiratoria hizo el final de sus estragos. Tal circunspección en las acciones, por otro lado, no se dio por generación espontánea, sino que había sido acordada conjuntamente desde mucho antes por el paciente, su familia cercana y el médico tratante y pudo someterse a un ensayo general unas semanas antes, cuando el paciente fue tratado en la misma unidad y por los mismos médicos de una infección respiratoria claramente atribuible a los descuidos recibidos en una clínica de provincia a donde, por la bien intencionada recomendación de alguien, el paciente fue llevado para ser tratado con la cámara hiperbárica. En tal ensayo general y después de cumplirse con el programa terapéutico fundamental, hubo un intento de instalarle un tubo endotraqueal para mejorar su atención ventilatoria. Este intento, enérgicamente rechazado por el enfermo y su familia, sentó un precedente respecto a los límites que habría de tener la atención médica en los siguientes internamientos sin que para ello fuese necesario tomar en cuenta lo recomendado en las guías de manejo que, al igual que para muchas otras enfermedades, existen para el manejo de la enfermedad de neurona motora.

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2009-12-04   |   1,888 visitas   |   1 valoraciones

Vol. 10 Núm.4. Julio-Agosto 2009 Pags. 255-258 Rev Mex Neuroci 2009; 10(4)