Fragmento

Cercanos a finalizar la primera década del siglo XXI, es necesario clarificar con qué se identifica el derecho a la salud en la práctica odontológica diaria, y se vuelve prioritario el encontrar mecanismos para enfrentar la amenaza de la discriminación por factores sociales y económicos en el acceso a los servicios indispensables para la defensa de la salud misma. Esto se presenta como una cuestión de justicia en dos niveles: el de la justicia conmutativa, en el contexto de la relación odontólogo-paciente que se reduce a la prestación profesional meramente contractual, fundada sobre la información más que sobre una comunicación real, y la justicia distributiva que requiere que a cada uno se le dé lo que le corresponde, la cual debe ser guiada por el principio de subsidiariedad, según el cual el subsidio no debe volverse un sucedáneo pues es imposible que el Estado se encargue de las necesidades de todos. La relación entre la ética y la salud no es de una lectura fácil. En realidad, no es extraño que cuando se trata de ambas materias, éstas se vean como términos contrarios o al menos como realidades que son ajenas la una de la otra, aunque se reconozca que deberían compartir un espacio común. Y sin embargo, son dimensiones de lo humanum, dos componentes de un mismo hombre, de cada ser individual: la primera tiene que ver con su comportamiento libre, sus elecciones y los objetivos que persigue; la segunda, un bien precioso e inalienable, el cual le permite vivir su vida en plenitud. En esta perspectiva quiero proponer algunas reflexiones con relación a dos argumentos que en estos últimos tiempos con frecuencia se ponen a discusión: el primero, el significado ético de la salud y el segundo, la salud y los medios relacionados con ésta, entendida como un bien compartido por el individuo y la sociedad, cuestión de justicia en el ámbito sanitario.

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2009-12-17   |   1,169 visitas   |   24 valoraciones

Vol. 6 Núm.61. Agosto 2009 Pags. 16-17 Odont Moder 2009; 6(61)