Más sobre los congresos de dermatología

Autor: Domínguez Soto Luciano

Fragmento

He leído con interés el editorial que el doctor Assad Atala Freyat escribió en el número 2 volumen 8 2010 de Dermatología Cosmética, Médica y Quirúrgica. En primer lugar, quiero felicitarlo, pues de manera por demás concreta y sencilla “pone el dedo en la llaga”. Los congresos, no sólo mexicanos sino de otros países, abundan en temas sobre dermatología cosmética o “cosmiatría”, olvidándose que es necesario que nuestros jóvenes especialistas en enfermedades de la piel, en particular, no olviden la dermatología en general… Pero, por desgracia, es mucho más “cómodo y lucrativo” dedicarse por entero a la práctica de procedimientos cosmetológicos. Quiero dejar bien claro que no estoy en contra de que el dermatólogo sepa y practique este tipo de subespecialidad, pues es perfectamente legítimo que constituya un medio de allegarse fondos para disfrutar de una vida sin privaciones. Sin embargo, entre esto último y que dedique todo su tiempo a este tipo de tratamientos, existe una gran distancia. Es necesario recordar que nuestro país requiere del mayor número de buenos dermatólogos, quienes, además, tengan interrelación con el resto de sus colegas practicantes de otras ramas de la medicina. Éstos, por otra parte, ignoran lo básico de la dermatología, y la ignoran porque la menosprecian, y la menosprecian porque la ignoran. En la actualidad, el joven dermatólogo sabe medicina y no es, como piensan otros especialistas, un profesional médico que sólo conoce las enfermedades cutáneas. Por el contrario: está capacitado para llevar a cabo un diagnóstico integral, cuyas primeras manifestaciones ocurren en el nivel de este órgano tan complejo en su fisiopatología como es la piel. En realidad, el mejor médico internista es el dermatólogo, pues sabe ver lo que los demás sólo miran sin tener la más mínima idea de qué se trata.

Palabras clave:

2010-09-29   |   916 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 8 Núm.4. Octubre-Diciembre 2010 Pags. 234-235 Dermatología CMQ 2010; 8(4)