Autor: Kassack Ipiña Juan Julio
Conocida también como leucemia granulocítica crónica y clasificada dentro de los síndromes mieloproliferativos crónicos, es un tipo de cáncer que tiene su génesis en la médula ósea donde los blastos se acumulan, se transforman en leucocitos polimorfonucleares (granulocitos), se multiplican y por ello aparecen en la sangre. Las células cancerosas de la leucemia son portadoras de una anomalía cromosómica adquirida en la que una parte del cromosoma 9 y otra del cromosoma 22 se rompen e intercambian sus lugares formando el gen BCR-ABL en el cromosoma 22, alteración conocida como cromosoma Filadelfia. Este nuevo cromosoma anormal es el responsable de que la médula ósea produzca una enzima con efecto tipo cinasa de tirosina producto del gen anormal BCR-ABL, que provoca el incremento en la transformación de las células madre a glóbulos blancos (granulocitos y blastos) aumentando su número y produciendo crecimiento del bazo y así, de esta manera, aparezca la enfermedad. Es el tipo más frecuente de leucemia crónica en la población, principalmente en los adultos. En México la leucemia mieloide crónica (LMC) presenta una prevalencia aproximada de seis mil pacientes y se calcula que sólo la mitad se encuentra en tratamiento; con una incidencia de 500 nuevos casos reportados cada año, pudiendo estar sin diagnóstico otra cantidad similar. Representa 2.8% de las formas de cáncer diagnosticadas en el mundo y 14% de las leucemias. El grueso de los pacientes se ubica entre los 35 y 55 años de edad y no existe prevalencia en género. A diferencia de otros tipos de cáncer que son atendidos por el oncólogo, el especialista calificado para detectar, diagnosticar y tratar la LMC es el hematólogo. Ésta es una enfermedad difícil de prevenir ya que no existen factores de riesgo comprobados. La LMC es un padecimiento progresivo que tiene un curso lento y algunas veces asintomático durante sus primeras etapas. La sintomatología clínica asociada es: sensación de cansancio excesivo o fatiga, pérdida de peso sin razón conocida, sudores nocturnos, fiebre sin causa aparente y no muy elevada, falta de apetito o sensación de llenarse rápidamente al comer, sensación de distensión abdominal y dolor debajo de las costillas, en el costado izquierdo, debido al crecimiento del bazo; conforme el mal avanza, se pueden presentar además infecciones, anemia, hemorragias en piel y mucosas, dolor en huesos y mayor crecimiento del bazo, tranformándose la enfermedad.Por lo anterior, existen distintas etapas clínicas que se determinan dependiendo del número de células blásticas que se encuentren en sangre y médula ósea, tiempo de evolución del problema y gravedad de los síntomas.
2010-11-19 | 1,061 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 33 Núm.395. Octubre 2010 Pags. 10 y 12 Prescripción Médica 2010; 33(395)