Fragmento

Al término de la primera década del siglo XXI, y cada vez con mayor frecuencia, el odontólogo debe tomar decisiones diversas que involucran la selección y el uso de medios de diagnóstico y tratamiento con tecnologías sofisticadas y el manejo de destrezas y habilidades técnicas, aplicados todos ellos a la atención integral del paciente que acude a nuestro consultorio. La manera en que estas destrezas y habilidades son llevadas a la práctica, se apoyan entre otras cosas, sobre nuestra capacidad de comunicar ideas, objetivos y valores antes, durante y después del tratamiento, con el paciente que acude al consultorio, los familiares que le acompañan, el personal auxiliar que nos apoya y los muchos seres humanos que interactúan en cercanía. Cada recomendación, cada sugerencia y cada consejo hechos por nosotros y su posterior aceptación por el paciente, tienen un elevado contenido bioético asociado con el potencial que intrínsecamente poseen estas recomendaciones, sugerencias y consejos para promover con eficacia su salud, o para generar daños por un tratamiento inadecuado, el cual provoca una intensa frustración al lastimar los sueños, anhelos, ilusiones, deseos y valores que posee al respecto de su salud bucal. Buscando establecer conceptos, la bioética, término acuñado por Potter en 1970 al unir dos palabras griegas: bios: vida y ethos: costumbre, implica la noción de ser la ética o costumbre de la vida. Por tanto, se le puede definir como la ciencia que regula la conducta humana, en el campo de la vida y la salud, a la luz de valores y principios morales racionales.

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2011-02-15   |   1,134 visitas   |   5 valoraciones

Vol. 8 Núm.78. Enero 2011 Pags. 2-3 Odont Moder 2011; 8(78)