Participación de los médicos asistenciales en las deficiencias sanitarias y en el cuidado de la salud en nuestro país

Autor: Ceriani Cernadas José María

Fragmento

Los avances más importantes en el cuidado de la salud y en el mayor bienestar de la población dependen más de las medidas sanitarias y de otras variables como la educación, que de la medicina. Asegurar que toda la gente disponga de agua potable, cloacas, viviendas apropiadas en lugares salubres, menor contaminación ambiental y mayor educación, entre varias otras, es un imperativo ético para los Gobiernos, que no debería faltar. Así lo hicieron los países desarrollados y de esa forma alcanzaron elevados niveles en estas acciones y en varios aspectos de mejoras sociales. Las medidas, adoptadas hace decenas de años, les permitieron obtener excelentes resultados en la prevención, e incluso en la erradicación, de enfermedades. Valga como ejemplo lo sucedido en la ciudad de Londres en el siglo XIX con la concreción del sistema cloacal en toda la ciudad y la provisión de agua potable. Esta acción, realizada por un ingeniero, fue por lejos la mayor contribución en la mejoría de la salud y bienestar de la población y en la marcada reducción de la mortalidad en todas las edades, principalmente en la infancia, a través de la notable disminución de enfermedades como tifus y cólera. Otro ejemplo mucho más reciente es el del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña (NHS por sus siglas en inglés). El NHS, creado luego de la segunda guerra mundial, fue inicialmente un orgullo nacional y surgió como un paradigma de los sistemas de salud, gratuito (financiado con impuestos) y universal. No obstante, aun con sus virtudes el NHS se agotó y hace ya más de 10 años sus problemas eran patentes. Desde entonces los políticos británicos realizaron múltiples reformas al sistema surgidas de evaluaciones de calidad que se reducían solo a mediciones numéricas de la forma de atención, cuántos pacientes atendía cada médico, cuántos minutos duraban las consultas, cuánto tiempo esperaban los pacientes, etc., etc. Esto trajo un marcado disconformismo en los profesionales médicos y de enfermería, que sintieron que el “oficio médico” había sido humillado y que en las reformas no se tuvieron en cuenta sus opiniones. No estaban de acuerdo en un sistema cuya calidad se evaluaba solo con números y Los avances más importantes en el cuidado de la salud y en el mayor bienestar de la población dependen más de las medidas sanitarias y de otras variables como la educación, que de la medicina. Asegurar que toda la gente disponga de agua potable, cloacas, viviendas apropiadas en lugares salubres, menor contaminación ambiental y mayor educación, entre varias otras, es un imperativo ético para los Gobiernos, que no debería faltar. Así lo hicieron los países desarrollados y de esa forma alcanzaron elevados niveles en estas acciones y en varios aspectos de mejoras sociales. Las medidas, adoptadas hace decenas de años, les permitieron obtener excelentes resultados en la prevención, e incluso en la erradicación, de enfermedades. Valga como ejemplo lo sucedido en la ciudad de Londres en el siglo XIX con la concreción del sistema cloacal en toda la ciudad y la provisión de agua potable. Esta acción, realizada por un ingeniero, fue por lejos la mayor contribución en la mejoría de la salud y bienestar de la población y en la marcada reducción de la mortalidad en todas las edades, principalmente en la infancia, a través de la notable disminución de enfermedades como tifus y cólera. Otro ejemplo mucho más reciente es el del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña (NHS por sus siglas en inglés). El NHS, creado luego de la segunda guerra mundial, fue inicialmente un orgullo nacional y surgió como un paradigma de los sistemas de salud, gratuito (financiado con impuestos) y universal. No obstante, aun con sus virtudes el NHS se agotó y hace ya más de 10 años sus problemas eran patentes. Desde entonces los políticos británicos realizaron múltiples reformas al sistema surgidas de evaluaciones de calidad que se reducían solo a mediciones numéricas de la forma de atención, cuántos pacientes atendía cada médico, cuántos minutos duraban las consultas, cuánto tiempo esperaban los pacientes, etc., etc. Esto trajo un marcado disconformismo en los profesionales médicos y de enfermería, que sintieron que el “oficio médico” había sido humillado y que en las reformas no se tuvieron en cuenta sus opiniones. No estaban de acuerdo en un sistema cuya calidad se evaluaba solo con números y no contemplaba muchas de las necesidades más importantes de los pacientes. Las asociaciones profesionales solicitaron mayor participación en la planificación y defendieron el concepto que hacer “un buen trabajo” significa tener curiosidad, investigar y aprender de la incertidumbre, atributos no tenidos mayormente en cuenta en el modelo.

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2011-03-29   |   608 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 109 Núm.2. Marzo-Abril 2011 Pags. 98-99 Arch Argent Pediatr 2011; 109(2)