Fragmento

Realmente fue una bendición, en parte mediada por la Dra. María Elena Rojas —quien consiguió a través del Dr. Héctor A Rodríguez que el Dr. Rosai me otorgara una beca; a todos ellos les agradezco profundamente— el haber tenido la oportunidad de conocer el Camino de Santiago como peregrina integrante de un grupo de patólogos, porque esto me dio la posibilidad de sumergirme en mis pensamientos y reflexiones en una búsqueda espiritual (aunque no por primera vez) de respuestas fundamentales sobre cómo lograr la felicidad. Al final del camino, tengo certeza de que la felicidad es vivir con amor y con pasión no sólo lo que nos gusta hacer, sino también lo que nos toca realizar, incluida la relatoría de este viaje en la que subrayo, más que el contenido académico del congreso, la increíble experiencia del recorrido —por uno de los ejes más importantes, desde hace mil años, de la historia de España— peregrinando con más de 300 personas, entre patólogos y acompañantes (parejas, padres e hijos) provenientes de 38 países de todos los continentes, que a simple vista tenemos como común denominador nuestro trabajo como patólogos; sin embargo, me di cuenta de que no sólo buscamos mejorar nuestro desempeño profesional sino también crecer espiritualmente. Esto lo deduzco al haber conocido sólo un poco más, en este breve transitar por la vida, a personas como Rosa, Hilda, Bruno, Ana (mamá de Bruno), Pablo, Julio y Olga. Esta experiencia es única porque hasta ahora no sé de ninguna otra actividad gremial para patólogos que tenga como objetivo el desarrollo espiritual; por lo que agradezco profundamente a todas las personas que hicieron con amor y con pasión lo que les tocó hacer para que esto se llevara a cabo.

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2011-06-29   |   579 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 48 Núm.4. Octubre-Diciembre 2010 Pags. 258-261 Patología 2010; 48(4)