El amor en los tiempos de “Cien años”

Autor: Urbina Joiro Hernán

Fragmento

Un comentario sobre la genética en Cien años de soledad resultaría, en la práctica, un comentario sobre el amor en “Cien años” –como suele llamársele para abreviar–; tarea difícil, puesto que el amor en la familia Buendía es un asunto de temer: en la obra se temía a concebir un hijo con cola de puerco o espina bífida quística, malformación frecuente en nacimientos producto del incesto. Y ahí ya tenemos uno de los signos de “Cien años”: el horror del incesto, ese miedo perceptible en todo el linaje Buendía, desde los contemporáneos de aquellos tíos de Úrsula que engendraron al primer varón con cola de puerco hasta mucho después de la muerte de la matrona de “Cien años”, tal como lo padecieron Amaranta y el último José Arcadio. Pese a la controversia que aún puede generar, el pensamiento de Freud es inevitable cuando se analiza el comportamiento humano. Buena parte de lo que sabemos sobre el horror al incesto lo extrajo Freud de poblaciones primitivas aisladas de nuestra cultura y en donde también son prohibidos los vínculos sexuales entre miembros del mismo clan, como lo estaba prohibido entre consanguíneos en Macondo. Pero, fueron antropólogos como James Frazer quienes a principios del siglo XX informaron que la prohibición del incesto es más fuerte entre clanes matriarcales, como fue el de los Buendía, clanes en donde se pueden considerar parientes a individuos de familias ajenas que toman por propio un clan, como ocurrió con Rebeca, la niña del talego de huesos que pasó a ser hija de Úrsula y José Arcadio.

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2011-08-17   |   619 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 15 Núm.3. Julio-Septiembre 2008 Pags. 137-138 Rev. Colomb. Reumatol. 2008; 15(3)