El sueño.

Por qué es importante dormir 

Autor: Contreras Tudela Gustavo Reinaldo

Fragmento

El hombre moderno (homo sapiens) es el único sobreviviente de este género que habita este planeta desde hace 30.000 años. La antigüedad del género homo se estima entre 2.5 y 1.5 millones de años. Desde entonces, el hombre está acostumbrado a deambular durante el día y a dormir durante la noche. Los grandes cambios que se han comenzado a introducir a esta costumbre ancestral son muy recientes. En primer lugar sólo en 1879 el hombre logró vencer la oscuridad de la noche mediante el uso de luz artificial de alta potencia, perfeccionada por Thomas Alva Edison. Antes de esta invención, el ser humano se iluminaba con fuego (antorchas, lámparas de aceite) cuya luz no era capaz de afectar su reloj biológico. Pocos años más tarde, Henry Ford inauguró la era de las cadenas de producción. Se introducen así los sistemas de turnos que permiten trabajar de noche y dormir de día. La combinación de estos dos eventos llevaron al hombre a ir paulatinamente cambiando lo que la naturaleza moldeó por millones de años. El desconocimiento de cómo funciona nuestro organismo y de su necesidad de dormir, ha provocado que muchos seres humanos sufran serios trastornos del sueño que alteran gravemente su calidad de vida. El doctor Gustavo Contreras, especialista en afecciones broncopulmonares y trastornos del sueño y director ejecutivo de la Fundación Científica y Tecnológica (FUCYT) explica que “cuando un adulto no duerme adecuadamente, es decir tiene una mala calidad de sueño o lo hace por un tiempo insuficiente, aparece sensación de fatiga, disminuye el rendimiento en el trabajo o en cualquier otra actividad de la vida diaria, disminuye la alerta y la atención haciéndose más proclive a los accidentes, se altera el ánimo y comienza a dominar la irritabilidad, se alteran las relaciones sociales en el trabajo y la familia”.

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2011-11-04   |   508 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 10 Núm.29. Julio-Septiembre 2008 Pags. A71-A72 CyT 2008; 10(29)