Filosofar para vivir y vivir para filosofar

Autor: Karchmer Krivitzky Samuel

Fragmento

En la vida diaria nos encontramos a menudo ante el escepticismo de quienes no quieren o no pueden, o ambas cosas a la vez, alzar su mirada y centrar su atención en temas que vayan un poco más allá de su día a día. ¿Por qué? Tal vez porque no tienen tiempo para pensar, planificar, experimentar, valorar. Sólo se ocupan de actuar y más vale que «bien». O quizá se les exigen resultados a toda costa, ésta será la medida de su éxito o de su fracaso. Filosofar, teorizar, soñar está muy bien para quien se puede permitir el lujo de hacerlo, sin jugarse nada con ello. Ver la realidad de cerca obliga a cambiar la visión de los acontecimientos. Frente a estos argumentos me propongo defender la opción de los que defienden que no hay nada más práctico que una buena «filosofía», y que es tan difícil quizá, más que predicar, poner en práctica lo que se predica. «Solamente es nuestro tiempo», una aseveración de peso que suele olvidarse en demasiadas ocasiones. No siempre vivir más tendrá más significado. Por eso, la experiencia personal y la profesional deberán medirse más en la singularidad que en la acumulación. El escaso valor que concedemos a nuestro tiempo puede derivarse de que es un bien que nos viene dado, y además a todos por igual. En esta sociedad tan competitiva y envidiosa, sólo se considera valioso lo que es percibido como escaso y repartido en forma desigual. ¿Cuántos sacrificios estamos dispuestos a asumir a cambio de un mayor sueldo o posición? Se nos va el tiempo o, más bien, la posibilidad de hacer otras cosas. Pero para muchos el problema es otro; no es que no tengan tiempo, sino que no tienen asuntos de interés en qué ocuparlo.

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2012-07-26   |   1,050 visitas   |   2 valoraciones

Vol. 19 Núm.117. Enero-Febrero 2012 Pags. 3-6 GINECO 2012; 19(117)