Autor: Ocampo Candiani Jorge
Recién he recibido el último número de la Revista Medicina Universitaria y he quedado agradablemente sorprendido. Nuestra institución, con todo lo grande que es y con todo el cariño que le tenemos, no nos brinda ocasiones de júbilo con la frecuencia que todos quisiéramos. De hecho, es más bien parca al respecto. De todas las quejas que recuerdo, tanto de colegas maestros como de egresados de nuestra escuela, una de las más sentidas había sido la falta de una publicación propia. Para todos los que estamos, o hemos estado, en contacto con nuestra escuela en cualquiera de sus niveles de enseñanza y que conocemos la gran cantidad de conocimiento que se genera, resulta particularmente difícil entender por qué no había un órgano de difusión propio. Como siempre, la respuesta está en el tiempo dedicado, el interés puesto y en las motivaciones para hacer las cosas. Otros quizá pensarán que en la época actual, de gran acceso a la información, de la “aldea global” de Maculan, la aparición de “una revista más” podría ser ociosa o interpretarse como caprichosa, incluso “vanidosa”. A mí no me lo parece. Las grandes publicaciones que todos leemos y que constituyen nuestras fuentes habituales de información autorizada fueron creadas para dar a conocer su entorno, sus problemas locales y la manera de lidiar con ellos.
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2003-03-03 | 1,037 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 2 Núm.8. Julio-Septiembre 2000 Pags. 177. Med Univer 2000; 2(8)