De la evidencia a los resultados,

¿nuestra conducta nos condena? 

Autor: Durán Pablo

Fragmento

El lugar que ocupan las enfermedades crónicas en la carga de morbilidad y mortalidad en el mundo, tanto en poblaciones desarrolladas como en desarrollo, se encuentra fuera de discusión. Según la OMS, 52% de las defunciones que ocurren anualmente en el mundo son debidas a enfermedad isquémica, accidente cerebrovascular, infecciones respiratorias, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diarrea, VIH, cáncer de pulmón y de vías respiratorias, tuberculosis, diabetes mellitus y lesiones, representando en números absolutos aproximadamente 30 millones de defunciones. En forma similar, las infecciones respiratorias, diarrea, desórdenes depresivos, enfermedad isquémica, VIH, enfermedad cerebrovascular, prematurez y bajo peso al nacer, asfixia neonatal, accidentes de tránsito e infecciones neonatales constituyen las primeras 10 causas de enfermedad que representan mayor carga de morbilidad. El conocimiento en torno a sus características, mecanismos involucrados, a sus factores de riesgo o determinantes ha crecido sustantivamente en los últimos años, así como la evidencia acerca del origen de muchas de las enfermedades mencionadas a edades tempranas. Un número reducido de factores, condiciones o determinantes son responsables de una cuarta parte de los 60 millones de defunciones anuales estimadas en el mundo: la insuficiencia ponderal en la infancia, las prácticas sexuales de riesgo, el consumo de alcohol, la falta de agua potable, de saneamiento e higiene, y la hipertensión arterial. Si bien algunas de tales condiciones se encuentran vinculadas a factores ambientales, como la calidad del aire o del agua, muchas de ellas, como el consumo de tabaco o alcohol, patrones inadecuados de alimentación, la hiperglucemia, la hipertensión arterial, el índice de masa corporal elevado, la hipercolesterolemia o el sedentarismo, entre otros, se vinculan claramente a hábitos y conductas individuales específicas.

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2013-06-14   |   543 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 111 Núm.1. Enero-Febrero 2013 Pags. 5-6 Arch Argent Pediatr 2013; 111(1)