Al descubrirse en 1952 la critromicina, se incorporó al arsenal diverso de los antimicrobianos una nueva familia: la de los macrólidos. Este compuesto fue aislado por Mc Guirre y colaboradores en los productos metabólicos, de una cepa de Streptomyces eruthraeus obtenida en una muestra de suelo recogida en el archipiélago filipino. Más de tres décadas después y a pesar de no tener un efecto tan amplio como los betalactámicos, las quinolonas o los aminoglucósidos, la incorporación de nuevos compuestos a la familia, hace que se consideren de elección contra algunos microorganismos y como primera opción frente a otros.
2013-09-25 | 310 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 9 Núm.106. Mayo 2013 Pags. 12-15 Odont Moder 2013; 9(106)