El médico ante la muerte

Autor: Ruiz Sandoval José Luis

Fragmento

El médico y otros profesionales de la salud, al igual que el militar, el policía, el delincuente, el guerrillero, el francotirador, el sepulturero o el sacerdote deben atestiguar de manera cotidiana el proceso de la muerte. Una situación para la que los primeros no fueron, paradójicamente, bien preparados. Es así que el contacto y experiencia de la muerte por parte del médico “se aprende” en el campo de batalla: en urgencias, en el quirófano, en los pabellones de un hospital. Su asimilación es “cosa de hombres”, un “código no escrito entre el gremio”, una especie de “selección natural” de la cual sólo los más fuertes sobreviven, so pena de abandonar antes de tiempo el estudio de la medicina. La percepción de la muerte en la vida del médico es gradual y ocurre de acuerdo al curso y nivel académico alcanzado. Es matizada por la propia estructura de personalidad, por el uso de todos los mecanismos de defensa posibles y por la estabilidad emocional. El médico debuta con el juramento hipocrático con cadáver presente, a los pocos días de iniciar la carrera, en un gran auditorio universitario. Este acto, solemne y conmovedor, apenas marca el principio. Le siguen las prácticas de disección anatómica en cadáveres en la propia universidad o en anfiteatros locales. Aquí destacan, de forma paralela, las tareas relativas a la obtención de huesos para su estudio, por lo que no es rara la visita a los panteones para su búsqueda y recolección.

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2011-10-04   |   810 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 2 Núm.26. Julio-Septiembre 2011 Pags. 3-4 Hipoc Rev Med 2011; 2(26)